lunes, 17 de noviembre de 2008

... and I am and addict.

Así es, apenas este fin de semana la probé de nuevo y ahora soy un adicto. Nunca pensé que me pasaría a mi. Es de esas cosas que uno ve de lejos y piensa que son parte de la realidad de otro tipo de gente. De gente que no le preocupa la profundidad, que no busca más que lo primero que le ofrecen y con ello se queda, toda la vida, o en el mejor de los casos, durante muchos años.

Pero no me da vergüenza, sé que dentro de mi siempre estuvo presente este "gen". Llamémosle así, de hecho creo que crecí con él, a mis padres les gustaba, cuando yo era niño, me encantaba, y si alguien me preguntaba, sin tapujos levantaba fuerte la voz y decía "Me gusta el Pop".

Y hay de Pop a Pop, y a mi me gustaba el peor: Fey, Lynda, Jeans... pero por sobre todas ellas, las Spice Girls. Y cuando uno es un niño que escucha 97.7 y Alfa 91.3 bajo la pésima influencia de sus padres no tiene otro remedio. Supongo que cuando uno empieza a volverse viejo empieza a esperar menos del mundo, tiene menos ideales y por lo mismo espera menos de la música. Es hoy que mis padres son más viejos de lo que nunca los he visto, que manejan un iPod con gran familiaridad y con ello el Ares, y así ambos muestran su verdadera colección musical.

Cuando era más pequeño, mis padres se limitaban a escuhar Azúcar Moreno, Presuntos Implicados y María Conchita Alonso, hasta donde yo recuerdo. Durante mi infancia nunca escuché una canción de los Doors o de Deep Purple, pero sí de Queen y de ABBA. Mis padres nunca se vieron molestos porque me gustara la música más gay que hasta hoy en día existe, de hecho, disfrutaban de algunas canciones de Fey y celebraban el hecho de que bailara y al mismo tiempo cantara (?)

Pero fue mientras pasaron los años que, en gran parte gracias a la magia de la tecnología, cambié el pop por cualquier otra cosa, comenzando con Bandas de Pop, como The Corrs y The Cranberries que con sus guitarras pesadísimas en Zombie me hacían creer todo un rocker.

Poco a poco me fui cansando de las canciones de amor y fue, ya cuando estaba en la prepa, que conocí a una de las artistas más grande que hasta hoy conozco, Björk, y aunque no es mi preferida me introdujo, tal vez por casualidad, al mundo del trip-hop, un mundo musical que sonaba como a un canal de televisión que no se supone que deberías de estar viendo. Como un secreto bien guardado que estaba suspendido en el tiempo, pues, aunque su auge fue 10 años antes de que yo lo descubriera, la música de este género, hasta hoy en día, sigue sonando inovadora y única.

Por mismas razones del destino un día caí en manos de Tori Amos y hasta la fecha sigo casado con ella. ¿Le soy fiel? No. De pronto tengo affairs con Björk, y caigo rendido ante ese viejo amorío adolescente que me recordaba que, igual como fui descubriendo el trip-hop fui descubriendo al mundo.

Y fue Tori la que me hizo descubrir también que un día, no muy lejano, mi madre tuvo un gusto musical ecléctico que, por razones que desconozco, ya no conserva. Un día mientras escuchaba alguna canción de Amos mi madre me dijo que le recordaba a una artista que ella solía escuchar. Se dio un clavado en su baúl de recuerdos y sacó un acetatos de Kate Bush titulado "The Whole Story". Gracias a Dios, hoy todo existe en Compact Disc y por lo tanto todo está en LimeWire y otros servicios P2P.

Y así mi mamá fue revelando su verdadera identidad musical y con mi ayuda logró conseguir de nuevo una vieja colección de canciones que pensó que había perdido y que hoy reproduce en su iPod, incluyendo a Kate Bush y aunque ustedes no lo crean a Morrissey. Gusto por ambos artistas que hoy compartimos. Quise hacer una chilleta y culpar a mi madre por no haber puesto sus viejos discos mientras yo crecía, tal vez hoy sería más inteligente y más culto, o tal vez en muestra de mi rebeldía, les hubiera dicho que eran un par de hippies drogadictos y hubiera continuado adorando a Laura Pausini y a Litzy.

Pero las cosas pasan por algo y desde algunos años atrás me he dedicado sólo a comprar música que me llene, es decir, que tenga trasfondo, tanto lírico como musical. Así mi colección de Cd's en lugar de crecer disminuía igual que las canciones en mi biblioteca de iTunes, pero este fin de semana ocurrió lo que me temía que un día ocurriría: llego una Mesías de la música Pop, Pop y Gay, Pop y Gay y además de la peor que no tiene ni trasfondo ni sentido ni nada, pero me ha encantado.

Por supuesto mi dignidad y orgullo son más grandes que ese encanto, y por ello me he limitado a bajar un par de sus rolas, pero en otros tiempos hubiera obligado a mis padres a comprar el Disco entero, fue así de hecho como consolidé las bases de mi colección con los discos de las Spice Girls, Britney Spears, Jessica Simpson y S Club 7, que hoy en día son de los discos con más antiguedad que poseo, aunque está guardados en una caja que ni siquiera mis más allegados han podido husmear.

Esta es la culpable de que estos días haya sucumbido ante el encanto del pop, que al igual que una droga, me hace sentir como que me dejo llevar, cómo que todo lo que tengo que hacer es escuchar, sin interpretar ni admirar el talento de quien canta o compone o toca.


Era de esperarse, cómo dicen, árbol que crece torcido... se le cae el pajarito.

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