domingo, 12 de julio de 2009

El peor de los escritores


No cabe duda, soy el peor, y este blog no se lo merece.

Hace ya más de tres meses del último post y fue una ardua investigación sin compartir, o sin terminar, la que encuentren más cómoda.
De cualquier manera, los hechos han sido tratados y retratados en todos los medios, ¿quién me quiere leer, digamos, una entrada acerca de la influenza, un post o dos de las recientes elecciones federales y otra docena acerca del recién fallecido Rey del Pop? Nadie, de hecho retaría a que alguien me pidiera que escribiera acerca de lo que fuera.

El blog en sí no ha sido el fracaso que yo considero, tomando en cuenta que tiene cerca de 8,000 visitas, a menos que mi único seguidor me haya visitado ocho mil veces, y aún así eso sería un éxito.

Además tengo una justificación: me he vendido, y muy barato. Le he vendido mi tiempo a una corporación de talla internacional que va a llenar una línea de mi currícula, y que espero, incluso como se espera un milagro, en esas formas extrañas de fe, que en el futuro haya un trabajo mejor pagado para mi, tomando en cuenta que dejé de escribir en mi blog, dejé de hacer ejercicio y sobre todo dejé muchos planes para incorporarme al odioso mundo laboral que me exige todo mi tiempo, dándome apenas unos pesos a cambio pero la esperanza de seguir entrando cada vez más a este mundo corporativo.

Es un monstruo, y es un monstruo también de los peores. Ahora entiendo por que el famoso motor de búsqueda de empleos se llama así de hecho.

El que entra a este mundo, ya no sale por su gusto, no en la mayoría de los casos, se necesita valor y un inexistente miedo a tener el bolsillo más vacío. Y lo peor de todo es que en las universidades hemos estado siendo educados para correr, en cuánto nos sea posible, a la boca del lobo y rogar incluso por ser devorados.

El becario, traineé o el que hace su servicio social, son ovejas, frescas, con todos los planes por delante, que están dispuestas incluso a prestar su carne sin recibir un peso a cambio, por el simple hecho de adquirir experiencia. Y dejar de escribir en su blog, y dejar de hacer todo lo que quisieran hacer para ser explotados en sus primeros años bajo la promesa de que un día, muy lejano por cierto, él será el explotador y jefe o CEO de la empresa de sus sueños. Promesa que se acercará a sus manos si se trata de, por ejemplo, un venezolano o argentino radicando en México a quien yo mismo le puedo asegurar un buen puesto en unos años por el simple hecho de ser extranjero.

Pero por más que no me guste, he llegado a términos con la realidad y he aprendido a aceptarla, pero sobre todo, a aceptarme, así tal como soy con mis ganas de dinero y por supuesto de un día ser el explotador.

Aunque también, en este proceso de aceptación de la realidad, descubrí que no me importa tomarme 10 o 15 minutos de mis horas de oficina para ofrecerle un humilde post, a usted, mi único y más fiel seguidor, y a toda la gente que tiene miedo de ponerme en los blogs que sigue, a fin de cuentas, tampoco estoy ganando dinero por hacer esto, no se trata de una corporación y también persigo el sueño de que un día, un perdido editor de un periódico o revista se encuentre con este espacio y me escoja para ser el afortunado que escribe la parte de las recomendaciones musicales o la cartelera. Eso sí que lo haría de a gratis.

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